El despertador ha sonado hace rato, hace horas en realidad. No recuerdas haberlo oído pero el aparto tirando en el suelo prueba que, efectivamente, ha sonado. Ha sonado y tu, en vez de salir de la cama a tu hora, has estirado la mano para apagarlo, arrastrándolo al suelo en un movimiento torpe para poder seguir durmiendo.

Te pasas las manos por la cara, como si así las ojeras fueran a desaparecer. No lo hacen, por mucho que lo intentes nunca lo hacen. Cuando te miras al espejo tus ojos apenas tienen brillo, están apagados, tanto que apenas si eres capaz de distinguir el iris de la pupila. No se de que te sorprendes, desde hace un tiempo todo te parece igual. Te quedas mirando tu propio reflejo durante un rato, tus manos delinean tu propia boca, ¿hace cuando que no le sonríes a nadie? ¿desde aquel chico con el que intentaste ligar en el bar hace un par de semanas, quizás? No, más, eso no cuenta como sonrisa. No puedes recordarlo ¿verdad? Hace demasiado, piensas mientras intentas que tus comisuras se estiren y esbocen algo sincero. Como resultado tienes una sonrisa sincera… sinceramente falsa quiero decir. Es un simple movimiento muscular, debería ser fácil ¿verdad? Pero volvemos a lo mismo de antes, deberían que no son y nunca serán.
Bufas, realmente bufas con resignación, casi asco, y finalmente vuelves a enterrar la cabeza en la almohada. Son las 12.01 de la mañana y tu y tu cara de muerto os vais a quedar durmiendo lo que queda de día.